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03-06-2009
LA FOTO DE OTRO LUGAR
Un amplio operativo se desplegó para la visita del Gobernador Scioli. Fue para impedir que un grupo de manifestantes se acercara al funcionario.
El temor al escrache persigue a los funcionarios. La metodología que han adoptado los productores y autoconvocados lleva a los gobernantes a tomar “recaudos” para no encontrarse cara a cara con un sector que reprueba la política del gobierno y expresa su disidencia de diferentes maneras. Algunas han llegado a ser expresiones de intolerancia que inquietan.

Esta tendencia llevó a que en una ciudad como Alberti la Plaza Arias fuera de la policía y de la gendarmería mientras duró la visita de Scioli. Esa imagen que ofreció la zona céntrica de la ciudad fue tan llamativa que algunos ciudadanos no salían de su asombro y no podían creer lo que estaban viendo: esa foto de la policía con los cascos y los palos sólo aparecía en la tapa de los diarios. Y en Alberti no hay diarios, sólo periódicos.

La presencia de un funcionario por estos días en una ciudad del interior amerita que se monten operativos de seguridad como si se tratara de un partido de fútbol. En consecuencia, si se empleara el lenguaje propio de un clásico del domingo habría que hablar de determinada cantidad de efectivos asignados a la custodia, el ingreso del gobernador y su cometida se produjo por determinado lugar y los manifestantes pudieron acercase hasta determinado punto.

Lo sucedido en Alberti no estuvo ajeno a lo que ocurre domingo a domingo en las canchas de fútbol del país. Para la visita del Gobernador hubo, según cifras extraoficiales, unos 300 efectivos repartidos entre las fuerzas de infantería, caballería, policías de la Policía Comunal de Alberti y personal de las comisarías de las ciudades de la zona (hubo unos setenta policías de civil).

El paso estuvo restringido no sólo para los manifestantes. Quienes querían acceder al Palacio Municipal debían explicar con qué intenciones iban y hasta hubo algunos que debieron mostrar sus documentos de identidad para atravesar el perímetro que estableció la infantería.

La salida de Daniel Scioli de la Municipalidad resultó otro hecho curioso. El funcionario se fue por una puerta lateral que da a la calle Alem y el vehículo que lo transportó hasta el helicóptero hizo un tramo del trayecto en contramano. Por supuesto el recorrido de ida como el de vuelta estuvo flanqueado por la presencia policial. Esta situación revela que hasta en las pequeñas ciudades Scioli tiene problemas para desplazarse y esto no se condice con la relación que debe existir entre quien conduce los destinos de una provincia y sus ciudadanos.

Con igual criterio la gente que intenta expresarse sin agresión debería tener la posibilidad de hacerlo sin ser cercenado su derecho. Siempre que no medie una agresión que transforme la protesta en violencia. Si así ocurriera es repudiable desde todo punto de vista.

Ante estos episodios resulta insoslayable mencionar que la irresoluta situación del gobierno con campo ha generado dos bandos, que lejos de ser adversarios se ven como enemigos. Con lo cual los puntos de encuentro cada vez resultan más lejanos. Más aún si los dos sectores siguen sosteniendo esta tesitura.

Otro elemento que surge en el análisis es el costo que paga el estado al montar estos operativos de seguridad para que un funcionario pueda ir a una ciudad del interior. Esto cobra mayor dimensión si el despliegue en un día es para custodiarlo en Bragado, Suipacha, Mercedes y San Andrés de Giles.

En el año 2007 el entonces presidente Néstor Kichner visitó la ciudad de Alberti. Descendió en el mismo lugar que hoy lo hizo el gobernador Scioli, recorrió las calles con un vehículo sin gran presencia policial, descendió de la combi para saludar a la gente que lo esperó a su paso y participó de un acto al aire libre con acceso libre. Eran otros tiempos, era otra la historia.

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