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12-03-2009 |
DEL PIANISTA PARA EL MAESTRO |
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Ante la muerte de Roberto Prando, Oscar Lago escribió unas líneas sobre el maestro que aquí reproducimos. |
11 DE MARZO DE 2009
Murió Roberto Prando. En realidad no fue uno de esos tipos que necesita morirse para ser grande. Roberto Prando hace años que era un grande de verdad. Sin duda, uno de los Albertinos que más trascendió su pago chico. Prando fue grande en Alberti e inmenso en sus actuaciones contadas de a cientos en televisión, radios, festivales, clubes, cenas shows en Capital Federal, o cientos de ciudades o en un hogar de ancianos para aliviar soledades y llevar alegría a quienes más lo necesitaban. Un tipo generoso, franco, derecho, de palabra – tantos calificativos que parecen hechos a medida de un discurso para su entierro-. Pero me quedo corto, Prando era mucho más, un símbolo de la organización, de la constancia, del vigor que una persona debe poner para ser el DIRECTOR ORQUESTAL INDISCUTIDO. Porque a Prando nadie, jamás, le discutió su jerarquía de DIRECTOR. Podíamos reprocharle que correspondían dos corcheas en lugar de un tresillo, que quedaría mejor un matiz a un acorde con fuerza, pero nunca nadie podría atreverse a discutir su liderazgo, el de los grandes.
Era tanta su fuerza interior, su necesidad de hacer, que seguramente ya armó en el cielo algún conjunto con los amigos que lo esperaron. Estarán el “turco Yapor” y Fernando Taretto en los Violines, Cachito en el Bajo, el maestro Prando con Tito Noval en la línea de bandoneones, el irremplazable “flaco” Horacio Billia en las presentaciones. Jorgito Berazza de “Plomo” y desde abajo – esperando las partituras para complementarlo – aunque no haga falta - algunos de los pianistas. Puede ser Toto Módica o Pepe Médici o Sergio – su hijo- o yo. Cualquiera da lo mismo. Seguro que armado el baile empezaría con Mi Dolor o quizás Pavadita y luego anunciaría el presentador Horacio Billia un seguro éxito “Con la Voz varonil del cantor de los ojos verdes, MARIO DEL MAR.
Si pudiera haber estado con vos tus últimos minutos de vida en esta tierra, te hubiese susurrado algún par de cosas que quedarán entre nosotros. Me gustaría que supieras esto: Gracias por haber sido mi DIRECTOR y mi AMIGO.
OSCAR ALFREDO LAGO
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