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04-05-2011
ERNESTO SABATO: UN ESCRITOR, UN HUMANISTA...
Un texto escrito por la profesora Adriana Alvarez sobre la desaparición del escritor que iba a cumplir en junio los 100 años.
El sábado nos despertamos con la noticia: había fallecido a la edad de 99 años, Ernesto Sábato, escritor argentino.

Nacido en la ciudad de Rojas, en el seno de una familia numerosa, con una madre entrañable y un padre demasiado recto.

Se doctoró en Física en la Universidad Nacional de La Plata, a la vez que asistía a cursos de filosofía. Fue a Francia y trabajó en el laboratorio Curie. Allí, tal vez, hubiese ganado prestigio, fama, dinero. Pero algo en él hizo un quiebre, eso que Borges describe en uno de sus cuentos: “Hay un momento en el cual el hombre descubre para siempre quién es”. Ernesto Sábato descubrió en 1945 que su destino era ser escritor, no un escritor profesional como él se definía, pero sí un escritor con la necesidad de expresar primeramente ese mundo interior de todo hombre y luego el mundo colectivo del que formaba parte y que tal vez, hubiese querido cambiar a través de la palabra.

Así surgieron: Uno y el universo, Hombres y engranajes, El túnel, Sobre héroes y tumbas, que precisamente este año cumple sus 50 años de aparición, novela que dedica profundamente a su esposa Matilde, compañera de la vida y madre de sus dos hijos Mario y Jorge.

Tuvo un hermoso compromiso Sábato, formó parte de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y prologó el libro Nunca Más cuyo registro de historias de torturas y muertes durante la última dictadura militar nos dolerá a los argentinos hoy y siempre.

Le oí decir una vez en una entrevista que el arte y la mujer salvarían al mundo y que desde las pequeñas cosas sin demasiados artilugios estaba la razón de la vida y la esencia del hombre.

Santos Lugares perdió a un vecino que desde hacía 60 años caminaba por sus calles, recibía gente y era hincha del Club Defensores. Los argentinos perdimos tal vez a uno de los últimos escritores quien junto a Borges, Cortazar, Mujica Lainez y Bioy Casares, formaron parte de una generación que cierra un ciclo en las letras argentinas.

Este año, cuando comencé las clases les dije a un grupo de adolescentes que Ernesto Sábato cumpliría el 24 de junio 100 años. Les hablé de él y proyectamos sobre la obra que íbamos a leer en el año. Pero en fin, la vida tiene esas cosas y sólo uno extraña lo que sabemos que ya no estará.

Me atrevo a transcribir un fragmento de uno de sus últimos libros: “Antes del fin”. Aquí les habla a los jóvenes y de alguna manera quiero hacer mías también esas palabras:
“Les propongo con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por el otro, esperemos con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante.
Algo por lo que todavía vale la pena sufrir y morir, una comunión de hombres.
Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido”.

Profesora Adriana Álvarez.

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