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22-08-2011 |
MURIO NICOLAS DE LA BARRERA |
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Fue jefe del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios y uno de los pioneros de la institución. Fue despedido con los honores. Sucedió como jefe a Mario Cardano cuando Roberto Sartorelli era presidente de Bomberos. |
Ayer al mediodía se produjo el fallecimiento del Jefe en reserva de los Bomberos Voluntarios Nicolás de la Barrera, a la edad de 78 años. Fue uno de los pioneros de la Institución, integrando el Cuerpo Activo desde 1961. Entre 1987 y 1989 se desempeñó como Jefe del Cuerpo. Actualmente revistaba en la reserva. Sus restos fueron sepultados en horas de la tarde, recibiendo los honores correspondientes.
En la revista que publicó Bomberos Voluntarios en 2008 por el cincuentenario de la institución, Nicolás y Oscar de la Barrera hablaron de la transmisión de la vocación de servicio de padre a hijo. Ese testimonio periodístico es el que transcribimos a continuación:
“El me cuidaba a mi y yo a él”, dice Oscar de la Barrera sentado junto a su papá Nicolás, uno de los primeros Bomberos Voluntarios de Alberti que llegó a ser jefe del cuerpo activo. La propuesta consiste en juntar a dos generaciones de bomberos, el padre y el hijo que pertenecen a la reserva del cuartel. Los dos coincidieron en sus vidas en la institución, compartieron salidas y tienen una historia con muchos puntos de encuentro.
Nicolás de la Barrera sucedió en el cargo de jefe a Mario Cardano cuando Roberto Sartorelli era presidente de la institución. El ingreso de Nicolás a los Bomberos se produjo cuando la comisión se había constituido y comenzaba a funcionar el cuartel al lado de la Municipalidad. “Con Cardano, Médice y otros, empezamos en Bomberos”, cuenta quien fuera el tercer jefe del cuerpo activo.
La llegada de Oscar a los Bomberos tiene que ver con “la presencia de mi viejo en el cuartel. Iba siempre con él cuando los bomberos estaban al lado de la Municipalidad. Era como la mascota del cuartel, con Eduardo Audisio. Después me fui a estudiar a la ciudad de 9 de Julio y me reintegré en 1977 junto con Abel Ledo”.
La reincorporación al cuerpo activo está muy presente para Oscar de la Barrera: “Volví a entrar para una Semana Santa cuando hubo una gran inundación y los bomberos se habían ido a jugar un campeonato de fútbol. Se inundó todo Alberti y comenzaron a convocar gente. Y así volví al cuartel”.
Oscar, el hijo, ya cumplió 30 años en la institución; Nicolás, el padre, está próximo a cumplir los cincuenta años en Bomberos Voluntarios. “Al principio era muy difícil, armamos una pared del cuartel con cajones de madera. Había muy pocas cosas, no había nada para avisar que había un incendio. A los dos o tres años trajeron las bombas. Me acuerdo que teníamos una bomba en una vitrina que sólo se podía usar para avisar si los incendios eran de noche”, cuenta el padre.
De la época de jefe Nicolás rememora: “Tenía entre 20 y 25 bomberos a mi cargo. Nos tocaba actuar en todo, era tan grande el entusiasmo que teníamos que cuando sonaba la sirena salíamos disparados”.
“Te avisaban a vos primero, la policía se cruzaba a mi casa y después él iba a tocar la sirena al cuartel. Me acuerdo que era chico y le ayudaba a abrir la puerta para dar el aviso”, agrega Oscar.
Resulta muy difícil poder determinar la cantidad de intervenciones que tuvo Nicolás en sus años de servicio, pero hay algunos episodios que quedaron grabados y no hay paso del tiempo que los pueda ocultar. “Me acuerdo que una vez tiramos la bomba y salimos a un incendio. Resulta que como la bomba tenía tres cuerpos, uno no explotó. Al otro día se escuchó una explosión porque una señora que estaba barriendo accionó el que faltaba”.
La posibilidad de rememorar lo vivido en Bomberos lo lleva a Nicolás a contar que “Oraldo Médice fue quien construyó la torre donde actualmente está la sirena en el cuartel. Se hizo en El Moderno”.
Oscar de la Barrera, ya alejado del cuartel, sostiene que la capacitación que recibe el bombero debe ser compatible con la habilidad que tiene la persona, es decir la teoría total llevada con la experiencia. Para el hijo del jefe, ser bombero es abnegación, desinterés y sacrificio. Por eso entiende que hoy hay que reconocer tanto a aquellos hombres que se han perfeccionado en la actividad haciendo capacitaciones como a los que han sumado horas de bomberos que redundan en conocimientos prácticos.
Al recordar algún incendio grande, Nicolás rememora el que sucedió en el Hospital de Bragado: “Nunca corrí tanto”, dice; mientras que Oscar tiene presente que “una vez que sonó la sirena, mi viejo salió para cuartel y no se dio cuenta de que iba atrás. Ellos se subieron a la autobomba y salieron, yo con otro bombero nos alcanzamos a colgar en la parte de atrás y fuimos varios kilómetros hasta que se dieron cuenta de que les hacíamos señas con luces porque nos estaban perdiendo”.
En el diálogo no faltan algunos recuerdos de servicios en los que el padre y el hijo ingresaban juntos a una vivienda para sofocar el fuego, cuando cortaron algún vehículo para rescatar una persona o cuando compartieron los desfiles luciendo la ropa de gala de la institución. Nicolás inició a Oscar, los dos fueron parte de la misma vocación, fueron Bomberos Voluntarios prestando servicio para la comunidad de Alberti.
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