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07-05-2014
OMAR DURANTE: UN APASIONADO DE GARDEL
Desde muy pequeño quedó cautivado por la voz de Gardel, por eso guarda una importante colección de la vida y obra del cantor.
Omar Durante es tan minucioso con su vida que puede recordar hasta el mínimo detalle de los episodios que forman parte de su historia. Es un apasionado del tango, un seguidor de Gardel. De hecho, cuando fue gerente de la sucursal bancaria de avenida Vaccarezza y Rivadavia, fue nombrado ese lugar de Alberti con el nombre de “El Zorzal Criollo”. “El 11 de diciembre del año 1995 fue colocada la placa para designar a la Esquina Carlos Gardel. Estaba Marta Médici de concejal y me vino a ver para colocar esa designación. Hablé con el gerente zonal que me autorizó a colocarla y desde ese momento esa esquina lleva el nombre de alguien con el que tengo mucha afinidad”, cuenta Durante.

¿Por qué esa esquina como Carlos Gardel?

-Porque allí Gardel cantó el 10 de septiembre de 1913, junto con Razzano, y Salinas o Martino.

¿No era el Gardel de la mayor popularidad?

-No, en esa época Gardel cantaba folklore, venían con ese repertorio.

¿Cuánto hay de cierto respecto de que venía a actuar a otro lugar?

-En realidad, por lo que tengo entendido, lo que se sabe es que vinieron a la Confitería Sotil que se llamaba El Recreo. Hubo comentarios de que venía a actuar al Cine Roma, pero no lo tengo documentado.

¿Se presentó como Gardés?

-No, como Carlos Gardel. Nadie imaginaba que él iba a tener esa proyección con el paso de los años.

¿Por qué tu afinidad con Gardel?

-Porque cuando tenía 6 o 7 años, como todos los chicos me iba a dormir a la casa de mi abuela materna que vivía en un ranchito atrás de la vía. Y había un tío mío que trabajaba en el Banco Provincia de Buenos Aires y como le gustaba Gardel traía sus discos. Una mañana ellos los estaban escuchando y por primera vez oí “Gira, Gira” por Gardel. Lo habían puesto en una vitrola, y me encantó su voz. Desde ese momento lo comencé a seguir. A tal punto que estaba jugando a la pelota con los chicos el baldío y dejaba todo para escuchar a Gardel.

¿Sos coleccionista de Gardel?

-Tengo muchos discos, libros, yo iba todos los 24 de junio al cementerio de la Chacarita.

Como nos sos contemporáneo de Gardel, te atraparon los discos y su historia…

-Claro, las películas que las tengo todas.

Despojado de la pasión que sabemos que tenés por Gardel. ¿El era lo que hoy se le reconoce?

-Era extraordinario. Yo lo fui descubriendo, me llamaba la atención el color de la voz de Gardel, es única. Un misterio. Yo estuve con la hija de Razzano y me contaba detalles de los ensayos. Me decía que Gardel tenía una importación natural, habría la boca y salía cantando. Tenía muchos problemas en las cuerdas vocales, como era de trasnochar, cuando amanecía estaba afónico. El gran mérito de Gardel es que él creyó en sus condiciones, en las buenas y en las malas insistió con lo suyo.

¿Hay alguna particularidad que sabés de Gardel?

-Cuando Gardel tenía 31 años y ya era famoso, un amigo de él le comentó que había alguien que enseñaba a cantar. Y como siempre estaba dispuesto a aprender fue con Eduardo Bonezi, un autodidacta, un tenor, que inclusive había hecho algunos temas. Cuando lo escuchó a Gardel le fue sincero, le dijo que no le gustaba como cantaba. Le reconoció como una gran condición que no desafinaba pero le dijo que el problema que tenía era que no se animaba a sacar la voz. Y tenía razón, porque el período entre 1918 y 1925 su voz era muy aflautada. Después Bonezi le fue enseñando a respirar y a sacar la voz. A los 6 meses empezó a sacar esa voz brillante de barítono sin igual. Le gustó siempre progresar.

¿Cuál es la versión que más te gusta de los tangos que cantaba Gardel?

-Hay muchos, son buenos todos pero para los dramáticos era extraordinario. El vals criollo nadie lo canta como él. “Silencio”, “Golondrina”, “Sus Ojos se Cerraron”, “Guitarra Mía”, la gran condición de Gardel es que lo podés escuchar 100 veces y no te cansa nunca.

¿Te gusta cantar?

-Siempre lo hice, aprendí mucho escuchando a Gardel. Cuando estaba trabajando en la ciudad de Bolívar iba a la casa de un guitarrista amigo y me decía que tenía que aprender a respirar, a no apurarme. Me apasiona cantar.




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