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20-05-2014
MARIANA LONGO: LA MADRE DEL TEJIDO SOLIDARIO
Logró formar un grupo que colabora con fundaciones y hospitales. También lo hace en el ámbito local. Tejen para abrigar el alma.
En un momento de su vida en el que quería demostrar su gratitud se decidió por empezar a tejer. Lo hizo para agradecer, como ocurre en la actualidad. Hace 6 años nació el tejido solidario. “Esta idea empezó a raíz de que quería hacerle un agradecimiento al Hospital de Alberti. Mi hijo Teo nació en la clínica, a los 2 días hubo que trasladarlo al Hospital porque tenía la bilirrubina muy alta, necesitaba una lámpara y la incubadora de la clínica no la tenía, el Hospital si. Sentí la necesidad de agradecer después de estar 10 días en el Hospital, quería colaborar con algo que saliera de mis manos. Así hice la primera manta que se fue para el Hospital, nunca pensé que iba a seguir y se iba a transformar en lo que es hoy”, contó Mariana Longo.

¿De quién heredaste el gusto por el tejido?

-En realidad, me enseñó una amiga a los 18 años cuando terminé la escuela secundaria. Lo empecé a hacer para ganar dinero, como un emprendimiento. Estudiaba magisterio, trabajaba de niñera y a la vez tejía carpetas. No lo heredé, me lo enseñó una amiga. Fue tan increíble que el primer día le dije que no era para mí, pensé en dedicarme a otra cosa. En ese momento una de mis mejores amigas se había ido a estudiar a La Plata y queríamos hacer algo en conjunto a pesar de la distancia, empecé a comprarme revistas y con algunos concejos que recibía de ella cuando venía, empecé a tejer. Fue como una terapia para mí.

¿Cómo se armó el grupo?

- Cuando empezamos con el tejido solidario era un grupo cerrado, sólo aceptábamos a quienes nos parecían que podían estar. Era medio egoísta. Hasta que un día decidimos hacerlo abierto.

Esa decisión surgió porque hubo gente que se enteró y te fue a ver, o porque en el grupo vieron que necesitaban abrirse…

- Cuando empezamos con el primer grupo la mayoría decía que era una actividad que las había ayudado a mantener ocupada la cabeza, de ahí surge el por qué lo llamamos Lanaterapia. Como el tejido al crochet exige que cuentes puntos y que veas dónde vas a poner el punto, te tiene concentrada. En un momento vino una persona a preguntarme si podía ingresar al grupo y quedé en contestarle, esa noche cuando me puse a rezar encontré un texto de la madre Teresa de Calcuta, en el que hacía una reflexión sobre llegar al otro con los pies descalzos, sin juzgarlo. Me pareció interesante aplicarla, porque si bien nos juntábamos a tejer siempre hacíamos una reflexión o una oración. Me dije por qué no abrirlo, dejar que el otro entre, darle la posibilidad a otros.

¿Cuándo cobró protagonismo comunitario el grupo?

-Después de que tejí la primera manta le dije a Silvana Záccaro que fue la que me enseñó que quería hacer mantas para donar a hospitales, empezamos las dos de a poco, cuando teníamos tiempo. En ese momento empecé a enseñar crochet en mi casa y les comenté la actividad que estaba haciendo a las chicas, ellas se interesaron y empezamos a tejer mucho más. Hace 3 años que es abierto, lo que implicó que el comedor de mi casa quedara chico, había que buscar un lugar, que no aparecía, hasta que los chicos de la Peña de Boca nos cedieron un espacio. A partir de que empezó en ese lugar comenzó a tener más difusión, empezamos a colaborar mucho más con las instituciones. Y ahí nació la posibilidad de colaborar con la fundación SI, que muchos conocen porque ayuda durante todo el año a la gente que está en situación de calle. Ellos tratan de que la gente que está en la calle vuelva a tener una vida digna. Inclusive a través de ellos colaboramos con distintas escuelas, ya que saben llegar a los lugares donde realmente se necesita la ayuda.

¿Teo, tu hijo, que hoy tiene 6 años, sabe del origen que tuvo Lanaterapia, que tiene que ver con su nacimiento?

-El sabe que tejo para otros que lo necesitan. A veces me pide que la teja, de hecho no tiene ningún muñeco ni manta tejidos por mamá. Está acostumbrado a verme tejer y me ayuda a armar lapiceros.

¿Cómo identifican al grupo de Alberti las instituciones con las que colaboran?

-Nosotros enviamos una tarjeta en la que figura Abrigándonos el Alma, de hecho cuando hablamos con una fundación lo hacemos en nombre del tejido solidario Lanaterapia. Nadie conoce a Mariana Longo, las cosas las enviamos a nombre de tejido solidario.

Con el paso de tiempo que sensación tenés al evaluar lo que conseguiste con esa idea que surgió mientras cuidabas a tu hijo que estaba en la incubadora.

-Son muchas las sensaciones, porque cuando empecé a hablar con mi familia de hacer tejido solidario lo primero que me dijeron es que estaba loca, que debía hacerlo para ganar dinero. Que siempre hace falta, ya que somos de una familia donde no sobra. Creo que el único que no dijo nada fue mi papá, ya que de él tengo la escuela de la solidaridad. El haber llegado a lo que es hoy el tejido solidario me remite a un proyecto que Dios puso en un momento especial de mi vida porque yo me tenía que reencontrar con él. Si bien puedo decir cuando termina un año que es el último, me siento la madre del tejido solidario y que tengo un hijo más. A todas las personas que van al tejido las siento como mis hijas, más allá de que en muchos casos mi edad sea menor que la de ellas.

¿Cuántas mujeres van al tejido solidario?

-Nunca se bien decir qué cantidad de gente, hay veces que somos 10, otras 15 y hasta 20. Inclusive hay un grupo de mujeres que nos ayuda sin venir a las reuniones.

¿Qué cantidad entregaron el año pasado?

-Hicimos unas 160 mantas. También lapiceros, medias de lana, bufandas. Para las fundaciones se van las mantas, pero desde hace 3 años tenemos un objetivo para el Día del Niño, en 2012 fue regalar 100 muñecos al Hospital de Niños de La Plata, y en 2013 fue hacer cartucheras tejidas, forrarlas, ponerles el cierre y mandarlas con los útiles adentro al Hospital Gutíerrez en Buenos Aires. Para todo lo que hacemos ponemos amor, pero para el objetivo del Día del Niño trabajamos todas, lo hacemos con la intención de coser la mayor cantidad de cosas. También colaboramos en Alberti con lo que podemos. Para el Hogar de Ancianos hicimos escarapelas, el primer año 1.000 y el segundo 1.700, la comisión las puso a la venta y con eso se recaudó plata.

¿Funcionan como una organización?

-En su momento tuvimos la posibilidad de hacer la personería jurídica, pero no se pudo concretar. Es algo que esperamos tener en el corto plazo así vamos a funcionar de otra manera.

¿Qué es la Lanaterapia?

-Somos una familia, adentro de la casa pasa de todo, a veces hasta vuelan platos, pero cuando abrimos la puerta sale lo mejor del tejido solidario. Somos un buen equipo, si bien hay veces que estamos en desacuerdo, la oración nos ayudó mucho. Siempre digo que este ofrecimiento que nosotros hacemos de nuestra manos, se lo hacemos a nuestra madre del cielo, que es María, sea en la advocación que sea. Eso nos une, nos fortalece, tenemos las puertas siempre abiertas.
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