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12-10-2014
JOAQUÍN MARTÍNEZ: SU VIDA ENFOCADA A LA DANZA
Estudia en el IUNA y baila en la compañía de ese instituto. Quiere que en el futuro la danza sea su medio de vida.
Joaquín Martínez sonríe y sueña. Tiene la alegría a flor de piel y con esa manera de enfrentar la vida busca abrirse camino en la danza. Joaquín estudia para ser bailarín, al mismo tiempo que ejerce esa actividad. Su esencia es bailar, en cualquier escenario. “Me mueve bailar en Alberti, es un reto. Quiero mostrar que pueda hacer algo nuevo. Me gusta mucho bailar en mi pueblo, me siento muy cómodo. Pero a la vez hay como una pequeña carga de presión”.

¿Te llaman con frecuencia?

-Me convocan a menudo, cuando me dan los tiempos vengo y bailo. Además me gusta que la gente vea que hace hoy, aquel que en algún momento cuando muy chico bailaba para ellos.

¿Tu futuro lo proyectas en función de la danza?

-Me gustaría mucho ser bailarín, pero no sé que puede suceder. No es fácil trabajar en el arte.

¿Cómo la ves ahora?

-Ahora estoy en la compañía del IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte), para llegar ahí tuve que audicionar. En el segundo año de la carrera, al terminar el primero me enteré por un amigo que quedaba un día para presentarse a la audición, presenté la inscripción y como quien llegaba a último momento le daban el primer número me tocó el 2.

¿Cómo fue la audición?

-Fue una clase de baila clásico y otra de contemporáneo.

¿Y?

-Me las tomé muy relajado, como una clase más. No tuve tiempo de procesar la previa. Eramos 180 bailarines, fuimos pasando en 2 grupos y de ahí surgió la eliminación. Por suerte quedé hasta el final.

¿Qué implica ser parte de la compañía?

-Tengo ensayo de lunes a sábados de 9 a 13, lo hacemos con el coreógrafo.

¿Dónde se presentan?

-No bailamos en cualquier lugar, depende de la directora. Lo hacemos en determinados teatros y en eventos.

¿Te afecta tanto tiempo de ensayo en tu carrera?

-Tengo mucha carga horaria, por lo que debe priorizar algunas materias. No puede seguir el ritmo de la cursada como cualquier estudiante normal.

¿Cuánto demoraría tu carrera?

-Son 48 materias, al culminar me recibo como licenciado en Composición Coreográfica en mención Danza – Teatro.

¿Era lo que querías cuando te fuiste de Alberti?

-Mi intención era bailar y por una amiga me enteré que podía estudiar en el IUNA.

¿Cómo entraste?

-Tuve que pasar una audición, el primer año que viví en Capital tomé clases para poder audicionar. Me preparé durante 8 meses y la primera vez no entré. Eso no me frenó, seguí porque tenía en claro lo qué quería.

¿Te cuidás el físico?

-Trato de comer sano, ese es mi cuidado.

¿Hay alguna exigencia para ser bailarín?

-No en el IUNA, pero en el taller del teatro San Martín tiene determinada exigencia.

¿Qué música elegís apara bailar?

-La contemporánea y el tango. El clásico lo dejo de lado porque es muy difícil.

¿Pero lo tenés que bailar?

-Sin duda, lo hago en el IUNA y en la compañía, me sirve para entrenar.

¿Cómo fue lo de Savage?

-Fue muy intenso trabajar con Pablo Rotember. Fue una obra que tenía erotismo, que tuvo una gran repercusión. El director tiene un lenguaje muy particular, es muy conocido y por eso en las 8 funciones tuvimos el teatro lleno.

¿Fue una encrucijada aceptar hacer un desnudo en la obra?

-Lo tuve que pensar, pero el director lo fue llevando muy bien. Mi mamá, que me fue a ver, quería que termine rápido.

¿Estudiar en el IUNA te abre puertas?

-Hay que golpear las puertas, si bien me conocen algunos coreógrafos con los que trabajé.

¿Qué implica dar el salto a una compañía?

-Hay que audicionar entre miles, no es para nada fácil, a veces ni te ven bailar. Pasa mucho con las mujeres porque las condiciona el físico.

¿Te pasó con alguna compañera que quedara al margen sin bailar?

-Sí, hay lugares donde son muy exigentes. Todos creíamos que una chica iba entrar y decíamos si no llega ella no lo hace nadie. Y no entró.

Vamos a remontarnos en el tiempo… ¿Cuándo empezaste a bailar?

-A los 8 años, comencé con Mirta Diano bailando folklore y un año después con Germán Arruvito el tango.

¿Te sirvió lo que llevabas cuando fuiste a Buenos Aires?

-Sí, mucho. Además también estuve en ballet Chivilcoy con Facundo Risso.

De tu perfil personal podemos decir que sos alguien que siempre está con buena onda, que anda por la vida muy positivo ¿Hay algunas rabietas ocultas?

-No, no, soy así siempre. Muchos me dicen que no conozco los días malos.

¿Qué aspiras para el futuro?

-Que me reconozcan como bailarín.
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