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27-08-2018
ESCENAS DE TIEMPOS PASADOS PARA REVALORIZAR EL PATRIMONIO
En una casa que tiene 100 años se realizó una representación sobre lo que sucedía en Alberti cuando llegó por primera vez el tren.

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La Comisión Permanente Evaluadora del Patrimonio Albertino realizó en la casa ubicada en Belgrano 79 una actividad relacionada con la historia de nuestro pueblo. En la puerta de ingreso a la construcción que es propiedad de Cristina Bagnola, quien realizó la apertura fue Coca Garaventa, que dijo lo siguiente: “La Comisión se propone crear la consciencia o incrementarla, acerca de la importancia que tiene conservar todo aquello que nos permita reconstruir y revivir el pasado… Esta casa en la que hoy estamos tiene 100 años y se mantiene en pie y prácticamente igual”.

Luego el arquitecto Edelmiro Raúl Calderaro, hizo una explicación vinculada a su profesión: “Esta es una de las pocas casas que se mantiene en su estructura original, cuando otras han ido cambiando. La casa se la conoce como italianizante, partía de una estructura muy simple, con un patio central y una serie de anillos que rodeaban el patio, donde estaba la galería y las habitaciones. Estas edificaciones llegaron de Italia, con el paso del tiempo se dividieron y quedaron con forma de herradura”.

En el interior de la casa se realizaron dos escenificaciones, que tenían conexión entre sí. El público que concurrió se dividió en dos grupos, uno se estableció en la galería para ver la representación de Carmen Morello, Andrea Pascarelli y Marcelo Monsalvo. Y el otro vio en una de las habitaciones de la casa a Alejandro Luna, a Olga Lambertucci, Renata Monsalvo, Delfina Vaccarezza, Luisa Etchemaite y Ana Zatti. Todos bajo la dirección de Stella Beorlegui.

En la escena de la galería, hubo una representación en la que dos mujeres que trabajaban en la casa se preparaban para la llegada del tren por primera vez a Alberti. Invitación mediante de quien venía del campo para cortejarlas.

En la habitación, el matrimonio del constructor Santiago Ottonello, su esposa y sus nietas compartían un ámbito familiar donde se hablaba de las costumbres de esa época, de la construcción de la primera escuela y de la llegada por primera vez del tren.

La conexión de las dos escenificaciones se dio en el final cuando la mujer de Ottonello pidió las tortafritas a las dos mujeres que trabajaban en la casa, que no sólo las trajeron para el “señor” sino que tuvieron como destino el público.
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