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10-06-2019
"Tuve un Dios aparte, porque las balas picaban por todos lados y no me agarró ninguna”
Oscar Ismael Poltronieri narró su historia en la Guerra de Malvinas. Cómo llegó y de qué manera se arriesgó para cubrir a sus compañeros.
“Hay seis oficiales y un soldado condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate, esta medalla que yo luzco en el pecho también le fue otorgada al sargento Cabral y al General Don José de San Martín. Lo que es algo grandioso para mí”, dice Oscar Ismael Poltronieri, quien en contacto con este medio habló de cómo se transformó en un Héroe de Malvinas.

“Nosotros éramos soldados clase, entramos a los 18 años al Servicio Militar y cuando el 2 de abril se inicia el conflicto de Malvinas todavía estábamos en el regimiento. El 12 de abril nos daban de baja y nos íbamos a la casa, pero justo ese día nos cargaron en un camión y nos llevaron a Malvinas”, dijo el veterano.

Antes de llegar, Poltronieri tiene grabadas las palabras de un superior: “Cuando íbamos en el avión a Malvinas el comandante nos empezó a tratar de “hijos” y nos decía que todo lo que habíamos aprendido durante ese año en el Ejército, teníamos que desarrollarlo en el combate”.

El destino que le dieron fue el que finalmente debió defender: “Nos destinaron al Cerro Dos Hermanas, estuvimos dos meses en la dulce espera. El 1 de Mayo nos fuimos cinco soldados con el sargento a bañarnos al pueblo, estábamos a los 8 de la mañana en las duchas. Y en un momento nos tuvimos que proteger en un bajo mesada como Dios nos trajo al mundo, porque empezaron a llover las balas, el techo quedó como un colador”.

“No pensábamos que los ingleses iban a venir al Cerro Dos Hermanas, había días que teníamos para comer y otros no, como yo era criado en el campo tenía ovejas en un corral y mataba tres por día. La comida no nos llegaba porque el terreno era inestable y se hundían los vehículos. No nos traían ni raciones ni municiones”, contó Poltro, como le decían sus camaradas.

Antes del intercambio con los ingleses, Poltronieri tuvo a un miembro de su compañía como su salvador: “Cuando atacan al regimiento de Corrientes que estaba unos 50 metros delante de nuestra posición yo estaba compartiendo la carpa con el sargento, y en un momento se empezaron a sentir los misiles que tiraban los barcos. El sargento me dijo que saliéramos y fuéramos a la posición, yo lo cargaba y le decía que no iba a pasar nada. Me insistió de tal forma, que me arrastró del borceguí unos metros y un misil impactó en la carpa. El sargento me salvó la vida”.

Poltronieri cubrió la retirada de sus compañeros y sufrió la muerte a pocos metros: “Cuando nosotros empezamos a tirar porque nos atacaron, en el primer intercambio mataron al operador de una de las ametralladoras. Ahí me agarró una gran desesperación y me subió la adrenalina. Lo que quería era venganza. De tal manera que la ametralladora pesa 10 kilos, pero me parecía que tenía papel y la movía como quería. Cuando nos atacaron, si yo hacía el repliegue con todo nos mataban, por eso uno se tenía que quedar. Entonces, yo le dije al subteniente, váyanse al carajo ustedes que tienen familia y yo no. El me decía que me iban a matar. Ahí decidí quedarme, y disparar sin tregua. Volteaba los ingleses y se volvían a parar, no sabía que tenían chalecos antibalas. Me movía 10 metros para un lado y 5 para el otro, no dejaba parar a los ingleses para que no mataran a mis compañeros que se pudieron replegar. Como los ingleses se creyeron que había una compañía, porque no podían avanzar, y retrocedieron. A mí dieron lugar y pudo huir”.

“Cuando llegué a Puerto Argentino no sabía que se habían rendido a las 10 de la mañana, nosotros estuvimos combatiendo hasta las 3 de la tarde. Ahí vimos la bandera colgada en el mástil y llorábamos de bronca, porque por la falta de comunicación murieron muchos compañeros nuestros. Nosotros tuvimos 9 bajas, podían haber sido muchas más sino me quedaba a combatir. Tuve un Dios aparte, porque las balas picaban por todos lados y no me agarró ninguna”, concluyó Poltronieri.
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