Cerrar

01-10-2021
DECISIÓN POLÍTICA PARA LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
En el presente artículo me propongo, desde mi humilde opinión, no solo exponer la hipocresía de los políticos de turno respecto del tema en cuestión, sino tratar de aportar una idea que, no nace de mí, pero creo que podría ser de utilidad.
CON PEDIDO DE PUBLICACIÓN

Situaciones como las de violencia de género (a las que específicamente me voy a referir en este escrito), de manera imperiosa demandan pragmatismo y, sin dudas: urgencia. ¡Basta de la politiquería barata del marketing y la hipocresía!, permítaseme ser sincero: los políticos se cuelgan del discurso “progresista” para ganar votos y adeptos. Y tener contentas a las que ostentan de feministas asignándoles algún cargo público. Seamos honestos: eso no soluciona nada. Está en su fuero íntimo y en su voluntad —si así lo desean, conforme la supremacía de su libre albedrío — odiarme por lo que voy a decir a continuación. Pero permítanse leer el artículo hasta el final, tal vez en algo coincidan conmigo.

De ningún modo digo que esté mal —por citar un ejemplo— pintar un banco rojo en conmemoración a las mujeres víctimas de la violencia de género. Empero, ¿no es esa medida acaso la más pura e inequívoca señal de que no se está haciendo nada relevante para palear la violencia contra la mujer que se proyecta en aumento?, quiero decir: el hecho de pintar esos bancos implica el reconocimiento de que el problema no solo existe —cada vez en mayores proporciones—, sino que se ataca mal.

¿Cómo es posible que, ante el aumento de supuestas políticas destinadas a la protección de la mujer —cuestión que pongo muy en duda—, aumente, asimismo, la violencia contra las mismas, y la desprotección de parte de un Estado que presume de guardián de sus derechos, mas nada fáctico y real hace al respecto?

Claro que fácil es criticar sin proponer nada. Pero, por si de eso se me acusare, he manifestado ya, varias veces, al menos lo que yo considero una solución pragmática. La cual puede llevarse a cabo en todo el territorio del país. Eso sí: se necesita de verdadera inversión, y para esto debe existir intención política.

He sabido que esto (la sugerencia que voy a plantear) ocurre en otros países —que tienen un funcionamiento mucho más ordenado que el nuestro, mas incluso en nuestro país también se da—.

Lo digo hasta el hartazgo y lo vuelvo a repetir en este escrito. A modo de humilde propuesta. Dado que ante una situación de presunta violencia surgen dos cuestiones antagónicas y difíciles de resolver (la una, es que no sabemos si la violencia es real, por lo que no se puede privar de libertad al sujeto denunciado —por principio y derecho de presunción de inocencia—, la otra, es que, si la situación de violencia es real, correríamos contrarreloj, y ante un serio peligro para la persona que sería violentada, y no es posible esperar a que se solucionen las cuestiones procesales-legales que determinen si la situación de violencia existe o no. Porque de esta manera se corre el riesgo de que la mujer, verdaderamente esté en peligro. Y, en todo caso, el perímetro —que es una de las medidas más aplicadas en estos casos— es un accionar ridículo respecto de un violento, e injusto respecto de alguien que no lo es. Espero se entienda: una persona que está dispuesta a cometer un homicidio, por principio lógico, está también dispuesta a violar una orden perimetral). Quien está dispuesto a cometer un acto atroz, debe primero estarlo respecto de actos menos graves.

No se convierte en asesino quien mata, mata quien es asesino.

No se convierte en golpeador quien golpea, golpea quien es golpeador.

No se convierte en ladrón quien roba, roba quien es ladrón.

¿Qué es lo que yo propongo?, y sé que no soy ni el primero, ni innovador en la materia: un refugio. Un establecimiento —que se erija de manera permanente a tal fin, financiado por el Estado— para, ante la sospecha de violencia, salvaguardar la integridad física de la mujer y de sus niños —en caso de que los tuviera—. Un refugio que cuente con las necesidades básicas requeridas por las personas, hasta tanto se resuelva la situación y se dirima si se trata realmente de una denuncia veraz o falaz (luego la justicia aplicará las medidas correspondientes). Dicho refugio debe tener custodia policial permanente, de modo que el presunto violento no pueda acercarse.

El Estado debería de brindar todas las condiciones que la dignidad humana requiere per se. Y resolver lo antes posible la situación del denunciado/imputado/procesado.

Para eso se necesitan ganas de gestionar y de invertir. Tal vez podrían reducir costos en otras cosas (verbigracia: gastos en murgas, carnavales, política partidaria, salarios de gente que no es idónea en el puesto que ocupa, campaña política —con el fin de ganar elecciones y mantener sus puestos, por ende, sus salarios; cargos que no sirven para nada, etc.—). Sabrá cada administrador público en qué gasta su dinero —excúseseme, el dinero del pueblo—.

Tal vez las prioridades de nuestros políticos están un tanto disociadas de las nuestras. Pero nosotros, los ciudadanos, no podemos permitirnos caer en el error de ser ingenuos.

Les dejo una cita de John Locke, en su Compendio del ensayo sobre el entendimiento humano: “El error no implica una ausencia de conocimiento, sino un yerro del juicio cuando se asiente a algo que no es verdadero”. Por tanto, si la sociedad sigue errando en el diagnóstico, ¿cómo es posible una solución, o al menos una disminución de la problemática tratada en este artículo?

Espero que los reclamos legítimos de la sociedad sean tenidos en cuenta.

Emanuel Bibini

Buscar:
Aumentar / Reducir Fuente
Imprimir
Enviar a un amigo