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07-02-2012
SUFRIR ACOSO LABORAL
El acoso laboral o acoso moral en el trabajo, conocido frecuentemente a través del término inglés mobbing ("asediar, acosar, acorralar en grupo"), es tanto la acción de un hostigador u hostigadores conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el trabajador afectado hacia su trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el trabajador.

Esta persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada a través de actos negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte de grupos sociales externos, de sus compañeros (entre iguales), de sus subalternos (en sentido vertical ascendente) o de sus superiores.

Dicha violencia psicológica se produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado, a lo largo de semanas, meses e incluso años, y a la misma en ocasiones se añaden "accidentes fortuitos" y hasta agresiones físicas, en los casos más graves.

Lo que se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o perturbación (o normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono del trabajo por parte de la víctima —o víctimas—, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza para sus intereses personales (necesidad de extorsión, ambición de poder, de riquezas, posición social, mantenimiento del statu quo, etc.).

Judicialmente, cada vez más tribunales están admitiendo la aplicación de la figura del mobbing para acreditar el acoso sufrido por el trabajador dentro de la organización.

Desde el precedente "Dufey" - pionero en admitir esta nueva figura- hasta el actual "Lambir", el mobbing se configuró como un proceso que provoca la exclusión laboral dirigida al trabajador dependiente. En este sentido surge como una forma de violencia discriminatoria por parte de los superiores del trabajador.

El marco legal define con carácter enunciativo como maltrato psíquico y social a las siguientes acciones ejercidas contra el/la trabajador/a:
a) Bloquear constantemente sus iniciativas de interacción generando aislamiento
b) Cambiar de oficina, lugar habitual de trabajo con ánimo de separarlo/a de sus compañeros/as o colaboradores/as más cercanos/as
c) Prohibir a los empleados/as que hablen con él/ella
d) Obligarlo/a a ejecutar tareas denigrantes para su dignidad personal
e) Asignarle misiones sin sentido, innecesarias, con la intención de humillar
f) Encargarle trabajo imposible de realizar

Los profesionales más frecuentemente afectados son los funcionarios y el personal laboral contratado de las administraciones públicas (central, regional o local), los trabajadores de la enseñanza primaria, media o universitaria, auditores, los trabajadores de la salud, cuidadores de guarderías y escuelas infantiles, personal de hostelería y turismo, personal de bancos e instituciones financieras, así como los miembros de organizaciones denominadas ideológicas (instituciones y organizaciones caritativas o religiosas, partidos políticos, sindicatos).

Los ataques y agresiones no son tan claros como en el acoso sexual (allí no hay confusión posible, si bien puede considerarse dentro del acoso laboral).

Algunos comportamientos típicos: indicar tareas humillantes o fuera del rol de la persona, no asignarle tareas, descalificarla como persona o cuestionar sus logros con ironías, atacarla verbalmente (insultos), aislarla, actuar como si no estuviese allí o no existiera, hablar sobre rumores e infamias sobre su intimidad, ofenderla a gritos, responsabilizarla de cosas que no hizo con acusaciones o bromas. Quien recibe todo esto se confunde, no comprende qué sucede, se generan entonces los primeros síntomas de estrés en la víctima, acompañados por su esfuerzo de mejorar el desempeño en el trabajo. Aparecen dudas sobre la propia conducta, culpa, búsqueda de razones que no se encuentran.

Pero si reacciona planteando el problema (“qué ocurre y por qué”) recibirá una negativa, hasta podrá ser tratada de hipersensible o paranoica, aumentando con esto la desestabilización emocional y confirmando engañosamente su responsabilidad en la situación.

En caso de sospechar que se está sufriendo una posible situación de acoso, por muy leve y reciente que sea, nunca hay que callar.

Es necesario socializar el tema. Sobre todo no intentar arreglar el problema uno solo.
Hay que evitar los pensamientos culpabilizadores y de desvalorización.
Es necesario reaccionar rápidamente, buscando personas de confianza o de apoyo dentro del trabajo y empezar a recoger pruebas por escrito y de testigos.

Hay que buscar apoyo psicológico y aprender técnicas de afrontamiento y de relajación a fin de poder afrontar el problema con más fuerza y poder ganar el proceso sin sufrir problemas importantes de salud. Como último recurso se puede presentar una denuncia a la Autoridad laboral o a los juzgados.
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