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24-02-2012
LAS DEFICIENCIAS EN EL SERVICIO
En el tren de pasajeros viajan unas 1.000 personas por fin de semana. Una fuente consultado que trabaja en el servicio señaló que el mantenimiento que tiene es nulo.
El accidente trágico que se produjo con un tren interurbano en la Estación Once puso en relieve lo que sucede con el servicio de pasajeros. En el corredor del noroeste un único tren hace el recorrido entre la terminal de Once y Pehuajó. Ese servicio presenta tantas deficiencias que quienes trabajan en él no se explican cómo se continúa prestando.

Desde la privatización de los ferrocarriles en 1989 el servicio de traslado de pasajeros entró en decadencia. En lo que respecta al recorrido que se cumple entre la Estación “11 de septiembre ” y la ciudad de Pehuajó ha sido progresivo el empobrecimiento del servicio. Los primeros años después de que el gobierno concesionó el corredor ferroviario y que el estado a través de una unidad ejecutora tomara los trenes de pasajeros, la frecuencia de los servicios empezó a disminuir a tal punto que hoy sólo un tren que pasa por la mañana y regresa a la noche trasladando a la gente. Antes, tres formaciones pasaban por día en distintos horarios.

Ese único servicio de pasajeros tiene disponible para esa prestación, una sola máquina que cumple un trazado diario de unos seiscientos kilómetros de vía con un mantenimiento mínimo una vez a la semana. En esa ocasión se utiliza el reemplazo que está asignado para cuando se debe ajustar la máquina o cuando ésta se rompe mientras recorre el trayecto. Cuando la máquina sufre un desperfecto las demoras son aún más prolongadas porque hay que tener en cuenta que la máquina de reemplazo puede estar en los talleres de Haedo o en los ubicados en la localidad de Mechita. En consecuencia para un reemplazo debe intervenir personal de guardia, llegar con la máquina al lugar donde el tren está detenido y hacer el cambio para que la formación siga su camino.

PAGAR PARA PASAR

El Estado les paga un canon a las empresas concesionarias de las vías para que en tren de pasajeros haga el recorrido. Cuando el gobierno nacional transfirió, mediante el decreto 532, a las provincias los ferrocarriles y Buenos Aires optó por hacerse cargo del servicio de pasajeros, el estado provincial le paga un peaje a la empresa para utilizar lo que antes eran sus vías.

La provincia de Buenos Aires constituyó para tomar el servicio de pasajeros una Unidad Ejecutora del Programa Ferroviario Provincial (UEPFP) para asegurar el traslado de la gente que tiene al tren como único medio de movilidad.

La privatización de los ferrocarriles se apoyó en dos conceptos: suprimir el déficit que generaban y la necesidad de modernizar el sistema. Ninguno de los dos objetivos se han conseguido por lo menos en lo que respecta a los trenes de pasajeros. El mal funcionamiento de los trenes de pasajeros viene provocando y cada vez con mayor profundidad, el aislamiento del interior de la provincia de Buenos Aires.

El panorama se completa con una clausura posterior a las concesiones de un 75 por ciento de la red de ferrocarriles, con la excusa de que las vías no estaban en buen estado o el servicio no era comercialmente redituable. Casi 900 estaciones del interior de la provincia de Buenos Aires fueron cerradas, las playas de maniobras prácticamente abandonadas y el material se utiliza en algunos casos para reparar otros sectores. Siempre que manos ajenas no se lo hayan apropiado.

Los contratiempos que deben afrontar los viajeros del tren no se reducen sólo a las demoras. También los coches, que en su gran mayoría, no cuentan con las comodidades mínimas para viajar: los asientos están rotos, no hay calefacción en la época invernal y si la hay no sirve de mucho porque las ventanillas no se pueden cerrar. El inconveniente de las ventanillas rotas provoca en el verano un “baño” de tierra de la llanura bonaerense con los famosos plumerillos que se adosan al cuerpo de los que viajan.

Resulta una verdadera experiencia viajar en el tren de pasajeros de la ex línea Sarmiento que puede transformarse en traumática si en medio del viaje surge la necesidad incontenible de ir al baño. No sólo significa todo un desafío poder sobrellevar esa expedición unipersonal sino que puede terminar con su asiento ocupado por alguien que se cree con más derechos para apoderarse del lugar y acostarse a sus anchas como si de un coche cama se tratara, cuando en realidad viaja en la clase turista.

“Hay intenciones buenas” dice resignado un empleado que cada mañana y cada noche se presenta en la estación también para esperar el tren que demora su llegada. Y como buscando una interpretación inmediata suma un argumento muy sencillo pero no menos importante: “desde que las vías fueron concesionadas es muy difícil ”. Sin dar lugar a otra pregunta también menciona que “hay tramos de las vías que no están en condiciones y si los conductores de las máquinas quieren recuperar terreno en vías buenas y se exceden en la marcha, reciben multas ”.

El estado de las vías condiciona la velocidad del tren. En el trayecto los maquinistas se encuentran con rieles que no brindan seguridad, durmientes que no han sido reemplazados y algunos antecedentes no muy lejanos de descarrilamientos que hacen aminorar la marcha. “ El mantenimiento se hace en situación de urgencia ” menciona alguien que es testigo de la decadencia del servicio de pasajeros. No se necesita tener registros para saber que las cuadrillas que antes recorrían las vías realizando mantenimiento no funcionan como antes porque ya no hay personal que cumpla esas tareas. El tren debe abrirse paso entre la maleza y en algunos casos hasta construir verdaderos túneles a su paso al atravesar las ramas de las plantas que crecen a los costados de las vías.

Viajar en tren en otra época era seguro, económico y rápido. Hoy sólo se impone el valor del boleto si se buscan ventajas comparativas con otros medios de transporte. El tren de pasajeros sufre un deterioro que se profundiza con el paso del tiempo.
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