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05-03-2012
TORTILLA SIN PAPAS NI HUEVOS
La tortilla de papas es un plato a base de huevos y papas. Existen variantes de esta tortilla que la hacen acompañar de otros ingredientes, tal es la tortilla paisana o la asturiana. Se trata de una de las preparaciones más clásicas de la cocina española que puede encontrarse en cualquier bar o restaurante.

Sin embargo, durante años difíciles de la guerra civil española y de la posguerra, se inventó una extraña tortilla.

En los años 40 del siglo pasado, debido a las consecuencias de la guerra, la política económica de Franco y el aislamiento internacional, en España escaseaban los alimentos. El gobierno decidió controlar la distribución de las mercancías, asignando a cada persona cierta cantidad de los productos básicos más escasos: azúcar, arroz, aceite, pan, judías, etc, que había que recoger con la Cartilla de Racionamiento. Estas cartillas se establecieron el 14 de mayo de 1939 y se suprimieron en 1952.

Cada ciudadano tenía asignado el proveedor o tienda de comestibles que podía utilizar.
Los productos que se entregaban eran básicamente: garbanzos, boniatos, bacalao, aceite, azúcar y tocino; de cuando en cuando se encontraban maravillas como café, chocolate, membrillo o jabón. Rara vez se repartía carne, leche o huevos, que sólo se encontraban en el mercado negro.

Lógicamente la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida. Por esa época, los gatos se degustaban por liebres (”dar gato por liebre”), papas a lo pobre, papas al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), leche aguada, guisos de castañas y bellotas, achicoria por café… Pero el más curioso de todos los platos inventados era la “tortilla de papas sin papas ni huevos”.

Se preparaba de la siguiente manera: la parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos se apartaba y se ponía en remojo a modo de patatas cortadas. Los huevos eran sustituidos por una mezcla formada por cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.
El resultado tal vez no sea lo mas sabroso, pero en algunos restaurantes de Buenos Aires, hasta hace algunos años se seguía ofreciendo como un plato simbólico.
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