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12-06-2012
NOSTÁLGICA AMIGA
Mañana de otoño gris, una niebla espesa empaña mis cristales y son casi invisibles las personas, el paisaje, los edificios.

Recorro la avenida Vaccarezza y antes de llegar a la calle Rivadavia busco con desesperación aquel comercio….
Y así voy penetrando como temerosa en el sueño de mis recuerdos; codiciado por los riquísimos productos allí elaborados: alfajores de chocolates, las tortas, el pan y lo que más parezco estar saboreando son los bizcochos dulces.

¡Ay!, mi mano sosteniendo otras manecitas, que formando un tren de pequeños gorriones llega a visitarlo; recibidos siempre por su dueña, una abuela hermosa con sus cabellos plateados, con su sonrisa cariñosa, nos hace pasar, mira con orgullo a sus nietos, con un ademán nos acompaña a conocer el interior de la cuadra; papá Néstor explica sencillamente cómo funcionan las maquinarias ante la mirada sorprendida de los niños.

La visita se debe a que planificamos jugar a la panadería. Después de agradecer los amables anfitriones, los invitamos a concurrir al Jardín para observar la instalación y el juego que serán el resultado de todo lo aprendido. Y saboreando la rica factura, emprendimos el regreso.
Después del delirio, me acerco, descubro que no quedó nada más que un terreno baldío, intento tocar la puerta y mis manos se mueven en el espacio vacío, mis cabellos mojados y una exclamación me nace del alma:
-¡Tirano!, ¡tirano progreso!, modernismo ¡qué sé yo! sos como una hoguera, donde se convirtió en cenizas, algo amado en mi vida.

Y me contesta:
-¡No! Estás equivocada, han pasado muchos años y todo debe cambiar, hay que aceptarlo, nostálgica amiga.

Martha Barone-19-04-12.-
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