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26-08-2012 |
D.I.N.K |
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La decisión de las parejas de no traer hijos al mundo para vivir de otra manera. |
Dink es un término acuñado en los años 1980 proveniente de las siglas inglesas double-income; no kids (sueldo doble sin hijos). Se refiere a un hecho social relativamente reciente en el cual parejas sin hijos deciden posponer la paternidad de forma indefinida, incluso renunciando a ella. Suele tratarse de profesionales con un perfil económico medio-alto y sus motivaciones suelen estar relacionadas con el mantenimiento de cierto estatus social.
En los países desarrollados la decisión de no traer hijos al mundo —o de postergar la maternidad hasta el límite mismo de la capacidad reproductiva de la mujer— se repite con frecuencia. El abanico de argumentos que sostienen esta elección es muy amplio, y recorre desde ambiciones económicas, profesionales y laborales hasta cuestiones más personales, como la decisión de no sumar un nuevo ser a un mundo que creen peligroso o miserable, la convicción de sentirse incapaces de sostener la entrega que un niño supone, o la sospecha de que un hijo —un potencial tercero en discordia— puede amenazar un equilibrio que les resulta satisfactorio.
En Estados Unidos, según la American Demographics Magazine, "los matrimonios sin hijos están en ascenso. Lo mismo ocurre en China, Canadá, Japón, España e Italia, donde el fenómeno empieza a alarmar a las autoridades.
Esas realidades poco tienen que ver con Argentina, al menos por ahora. En nuestro país el mandato de la maternidad es aún fuertísimo. Lo que aparece claramente es la postergación de la maternidad, apuntó la directora del Instituto de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía de la UBA.
Las cifras la respaldan. "La tasa de fecundidad en la Capital viene cayendo desde 1990. Era de 2,1 hijos por mujer y hoy está por debajo del nivel de reemplazo generacional: 1,7 hijos por mujer", explican los sociólogos del Instituto Gino Germani. Se postergó la edad del matrimonio (la primera unión de las mujeres era a los 28 años y ahora pasa los 30) y, también, la edad en que se da a luz al primer hijo: en los 80 oscilaba entre los 26 y 28 y hoy supera los 29. Además, aumentó la proporción de mujeres que, al final de su vida reproductiva, no han tenido hijos: en 1980 representaban el 14% de las argentinas de entre 50 y 54 años. En el 2001, esa cifra había trepado al 17%.
Claro: el primero en detectar este segmento fue el mercado. La palabra DINK nació en su seno para designar a las parejas homosexuales, atractivas para quienes ponen la mira en sus billeteras. Pero el fenómeno también llegó a oídos de los gobiernos y de los organismos internacionales, que ya alertaron sobre la caída de la tasa de fecundidad y el consecuente y acelerado envejecimiento de la población.
Es fácil deducir por qué el mercado mira con interés el desarrollo del segmento DINK: una casa con dos ingresos y ningún egreso en el rubro "hijos" supone un bolsillo de tal holgura que tiene un resto para productos y servicios que resultan prohibitivos para familias numerosas. Un hogar sin chicos gasta alrededor de un 27% menos que uno de cuatro miembros. Hasta la llegada de un bebé implica un aumento del gasto del 18%. La idea es que los DINK tienen ese dinero extra para gastar en otras cosas, señalan los analistas.
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