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01-10-2012
SAMURAI JAPONÉS
La experiencia japonesa en el combate individual armado y desarmado, está entre las más sofisticadas y duraderas en el arte de la guerra.
La palabra samurái generalmente se utiliza para designar una gran variedad de guerreros del antiguo Japón, aunque su verdadero significado es el de una élite militar que gobernó el país durante cientos de años.

El origen del samurái data del siglo X. Posteriormente, esta casta guerrera se fortaleció cuando fue instituido un gobierno militar por el cual el Emperador de Japón quedó a su sombra como un mero espectador de la situación política del país.

Su momento cumbre tuvo lugar durante una época de gran inestabilidad y continuas luchas de poder entre los distintos clanes existentes, por lo que esta etapa de la historia de Japón es referida como «período de los estados en guerra».

El guerrero samurái se empezaba a moldear desde temprana edad. Cada niño que crecía dentro de una familia samurái se esperaba que de mayor fuera también un guerrero, por lo que gran parte de su infancia la dedicaba a practicar distintas artes marciales. Un samurái completo debía ser diestro por lo menos en el uso de la espada, el arco y la flecha, la lanza y posteriormente en el uso de armas de fuego. Del mismo modo, se les instruía en el uso de estas armas mientras montaba a caballo. Además se esperaba que supieran nadar y bucear.

Durante la existencia de los samuráis, las contiendas tenían ciertos ritos. Al inicio de la contienda se disparaban una serie de flechas con cabeza de bulbo, con el objeto de llamar a que se presenciaran las muestras de valentía que estaban a punto de desarrollarse. Después se desarrollaba una contienda donde grandes rivales de uno y otro lado se enfrentaban. Después de estos combates individuales, se daba paso a los combates mayores, generalmente enviando tropas de infantería lideradas por samuráis a caballo. Al comienzo de las batallas samurái, era todo un honor ser el primero en entrar en batalla. Esto cambió con la introducción del arcabuz.

En medio de la contienda, algunos samuráis decidían bajar del caballo y buscar cortar la cabeza de un rival digno. Este acto era considerado todo un honor. Después de la batalla, los samuráis de alto rango celebraban normalmente la ceremonia del té, y el general victorioso pasaba revista a las cabezas de los miembros más importantes del enemigo que habían sido cortadas.

Cortar la cabeza de un rival digno en el campo de batalla era motivo de gran orgullo y reconocimiento. Existía todo un ritual para embellecer las cabezas cortadas: primero eran lavadas y peinadas y una vez efectuado esto, se ennegrecían los dientes aplicando un tinte llamado ohaguro. El motivo de ennegrecer los dientes radicaba en quitarle distinción al rival decapitado. Finalmente las cabezas eran dispuestas cuidadosamente sobre una tabla para su exposición.

La experiencia “samurái” japonesa, y su contribución a la teoría y a la práctica del combate individual armado y desarmado, está entre las más antiguas, sofisticadas y duraderas de todas las documentadas. Basta considerar la actual popularidad mundial de jujitsu, judo, karate, aikido, kendo, kyudo, etc., que son adaptaciones y derivaciones modernas, para apreciar la continua influencia de los antiguos métodos japoneses de combate.
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