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12-10-2012
TEORIA DE LAS VENTANAS ROTAS
Esta teoría propone que las señales de desorden pueden desencadenar un comportamiento criminal, causando que se difunda aun más la inseguridad en una ciudad.
La teoría de las ventanas rotas trata sobre el contagio de las conductas vandálicas o poco cívicas. Se basa en un experimento que realizó Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford en 1969:
1 Abandonó un coche en un barrio pobre de Nueva York, con las placas de patente arrancadas y las puertas abiertas para estudiar qué ocurría. A los 10 minutos, empezaron a robar sus componentes. A los tres días no quedaba nada de valor. Luego empezaron a destrozarlo.
2 Abandonó otro coche en las mismas condiciones en un barrio rico de California. No pasó nada. Durante una semana el coche siguió intacto. Entonces, el psicólogo dio martillazos a la carrocería y esto actuó como señal para los ciudadanos, porque a las pocas horas el coche estaba tan destrozado como el primero..

Y de este experimento surgió la teoría de las ventanas rotas, elaborada por James Wilson y George Kelling: si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los ciudadanos.
Posteriormente, Kelling fue contratado como consultor para la Ciudad de Nueva York en 1985, e implementó medidas para probar la teoría: por ejemplo, se trataron de controlar las pintadas y grafittis y el sistema del subte fue limpiado línea por línea y coche por coche durante un largo período. A su vez, se implementó la llamada “tolerancia cero” a la evasión de multas, rotura de mobiliario urbano, con métodos de procesamiento de arrestos más sencillos e investigación de antecedentes en cualquier persona arrestada. También se logró que la policía fuera más estricta con las evasiones de pasaje en el subte, detuvo a los que bebían y orinaban en la vía pública y a los "limpia parabrisas" que limpiaban los vidrios de los coches y demandaban remuneración por el servicio. Las tasas de crímenes, menores y mayores, se redujeron significativamente, y continuaron disminuyendo durante los siguientes 10 años.

Una buena estrategia para prevenir el vandalismo, según los autores, es arreglar los problemas cuando aún son pequeños. Reparar las ventanas rotas en un período corto, digamos un día o una semana, y la tendencia es que será menos probable que los vándalos rompan más ventanas o hagan más daños.

Al respecto, los especialistas señalan que la teoria puede explicar el origen de la decadencia en los barrios y el deterioro de la calidad de vida de los habitantes de una ciudad. Estos autores encontraron que cuando las personas observan que otros violaron una determinada norma social o regla legal, es más probable aun que ellas violen otras normas o reglas, lo cual causa que se difunda el desorden. Entonces se pensó que con la remoción de estos signos de trastorno se podría erradicar un disparador importante del comportamiento criminal desordenado y mezquino.
Atacar al delito menor, el que daña la ciudad cotidianamente y el que practican más personas, invirtió la espiral de deterioro en New York. La lección es clara: un entorno urbano bien gestionado, cuidado por su gobierno y por sus ciudadanos, inhibe la inseguridad.
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