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29-03-2010
IMPRESIONES DE LA DOBLE TERRA
Algunas consideraciones que surgen de la cuarta edición de la carrera de rural bike. Desde la franqueza del ganador hasta algunos aspectos de la organización.
En la prueba ciclística de rural bike más importante del país que se corrió ayer hubo algunas particularidades que sobresalieron. Como punto de partida, el cambio que sufrió la ciudad a partir de la llegada de los participantes y sus acompañantes que desde el día anterior anduvieron por Alberti.

Sería injusto decir que sólo un ciclista albertino lució un brazalete negro en señal de luto por la muerte de Raúl Díaz, porque entre tanta cantidad de participantes se nos pudo haber escapado ese detalle. Pero de los que vimos, no notamos que lucieran alguna prenda que hiciera alusión a lo sucedido con el locutor. Quien se manifestó fue Eduardo Barone, que cuando subió al podio a recibir el trofeo se colocó una remera en la que se leyó: “Curulo, nunca te olvidaré”.

Otra vez como ocurrió en la edición anterior hubo reclamos respecto de el accionar incorrecto de algunos competidores que se valieron de otros medios para escalar posiciones. Esas protestas no prosperaron, los encargados de fiscalizar la carrera no tomaron ninguna medida al respecto.

El ganador de la cuarta edición, Fernando Cruz Robredo, atribuyó su victoria a una cuota de suerte. Después de finalizar la competencia contó a la prensa que con Elías Pereyra protagonizó una escapada que le permitió sacar una amplia ventaja sobre el primer pelotón y cuando restaban 5 kilómetros para arribar a la meta el otro ciclista sufrió una pinchadura que le hizo detener su andar y le permitió al ciclista de General Alvear encaminarse hacia la victoria.

En esta edición si bien el número de ciclistas no varió respecto del año anterior se pudo observar una mayor cantidad de público en el momento de la largada y al arribo de los competidores. Ante cada finalización los espectadores no escatimaron aplausos para reconocer el esfuerzo de los ciclistas.

La premiación se produjo 4 horas más tarde del arribo del ganador. Esta situación y las diferencias que se produjeron con la clasificación, llevaron a que algunos competidores demostraran su disconformismo. Planteado cuando se abrió el tiempo de presentar los reclamos respecto de la ubicación y mientras aguardaban la entrega de las copas.

Para esta edición la organización cumplió con la demanda que hicieron los ciclistas el año pasado y ubicó puestos de agua cada 20 kilómetros para que pudieran tener un buen abastecimiento, de igual manera cuando arribaron a la meta se los asistió con líquido y fruta. Y cuando fue necesario hubo asistencia para aquellos que llegaban extenuados y mostraban signos de deshidratación (Ver nota internado en Bragado).

La última impresión que nos quedó de la cuarta edición de la Doble Bragado Terra es que cada vez es mayor el número de ciclistas locales que se anota en la prueba. Esto significa que el deporte no es una moda pasajera, que está instalado y que cada vez suma más adeptos.

Un párrafo aparte merece la participación de dos ciclistas no videntes que por primera vez compitieron en la Doble Bragado Terra. Con el número 599 corrieron Mediavilla-Novoa de Bragado y con el 600 lo hicieron Tejo-Guajardo de Junín, cada Tándem recibió el reconocimiento de los organizadores con la entrega de una copa.
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