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21-11-2017
JORNADA DE PSICOLOGÍA EN LA EMERGENCIA
Dictada en el cuartel de Bomberos por un profesional que trabaja hace unos 15 años en este tema.

 

Mario Arraigada es licenciado en psicología, profesor universitario, tiene un frondoso curriculum en el campo de la investigación, la capacitación y la transmisión de conocimientos. Es Bombero y pertenece a la Escuela de Capacitación de la Federación de Asociaciones de Bomberos Voluntarios de la provincia de Buenos Aires.

Cuando se lo consulta acerca de cómo se define la psicología en la emergencia, señala: “Hay que deslindar el posicionamiento de la psicología, que tiene varios planos de acción, el más conocido es el clínico, educacional, laboral y forense. La psicología de la emergencia no está en ninguno de esos planos. Con lo cual, desde el punto de vista conceptual tiene otro soporte estructural y científico. Nosotros trabajamos en la psicología en la emergencia con una persona o con un sujeto que está disociado, por un hecho disruptivo que es el siniestro, la persona está separada, por un lado la razón y por otro la emoción. Una definición en términos básicos y primitivos señala que somos un conjunto de emoción y razón que está medianamente equilibrado, cuando un hecho disruptivo nos avanza se suelta la emoción y se reduce la razón. Entonces nos encontramos con una persona que está actuando sumida en la emocionalidad, eso nos es bueno ni malo, es una característica específica para tener en cuenta, para definir cuando se trata de la psicología en la emergencia y cuando no. El ejemplo que yo siempre doy es el de un incendio en una casa, la mamá está fuera de ella y su hijo en el interior. Los Bomberos están trabajando y la señora va a tener una conducta que se la puede establecer en el marco teórico como una histeria, pero cuando la llevo al terreno propio y me pregunto qué conducta podría tener esta persona ante esta situación, no hay otra que se manifieste llorando, gritando, que se emocione violentamente y que salga del principio racional. El acto que puede ser patológico, es desencadenado por la situación. Actúa de acuerdo al momento, con la conducta propia. Y ahí es donde entra la psicología de la emergencia para tratar a esa persona, intentar acomodar la emoción y ayudarla a que la razón vuelva a equilibrarse. Ese es nuestro trabajo, expresado a grandes rasgos. Se opera como un agente externo que tiene la posibilidad de usar la razón para acompañar al otro a que pueda poner en caja su emoción.

¿Quiénes pueden operar como agentes de la psicología de la emergencia?

-Hay una parte de la psicología de la emergencia que debe ser hecha por profesionales, estoy luchando para que en Argentina se logre la especialidad, todavía estamos un poco lejos, pero he estudiado en otros países y estamos viendo el reconocimiento que puede tener en nuestro país. Por otro lado, han aparecido los Primeros Auxilios Psicológicos que forman parte de la psicología en la emergencia. Un PAP lo puede hacer cualquier persona, no hay que ser profesional para hacerlo. Sólo hay que tener sentido común, razón y principio de realidad. Y una preparación que no es de otro mundo. Se puede capacitar en dos o tres meses a una persona para que sea Operador de Primeros Auxilios. Esto es como el RCP, no hay que ser médico para ser resucitador. Hay que aprender las técnicas, hay que practicar mucho y estar decidido a hacerlo.

En su exposición habló de utilizar la mirada y de escuchar a la persona que es víctima de una situación traumática…

-Cuando una persona se encuentra en una situación crítica o psico-traumática pierde algunos consensos sociales, pero le quedan los primitivos. Uno de ellos es la mirada, que es el principio de comunicación primitivo. Por eso, ante la falta de palabra existe la mirada para conectarse con el otro. Y después el escuchar, ya que la gente en situación de trauma, no siempre, pero la mayoría de las veces tiene la necesidad de expresar lo que siente, tiene necesidad de hablar. Es poner en palabras lo que le pasa. La escucha tiene que ser activa, debo entender que es un gesto solidario atendiendo que el otro tiene la necesidad de hablar. Esto es cumplir con uno de los principios del auxilio psicológico.

¿Qué pasa con aquellos que prestan el servicio ante un siniestro?

-Los rescatistas, los médicos y quienes están en la emergencia sufren una oxidación, la empatía provoca trastornos en el largo plazo. Por eso hay que cuidar a los que nos cuidan. Para eso también hay mecanismos, que generan descargas psicológicas atendiendo a quienes han estado en situaciones críticas, y tienen necesidad de contarlas y de ser escuchados. Dentro de nuestra Federación apuntamos a cuidar a nuestros Bomberos.

¿Es optimista en función del proyecto de establecer una carrera universitaria de la piscología en la emergencia?

- Siempre, yo llevo unos 15 años trabajando este tema, he logrado que mi universidad me empiece a dar espacios, se han hecho cursos, seminarios dentro de la Universidad Nacional de Mar del Plata, todavía hay mucho camino por andar. No tenemos una materia dentro de la currícula. En Bomberos hemos logrado que se aceptara la especialidad en psicología en la emergencia, porque no existía. Son pequeños detalles que me hacen optimista.

 

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